jueves, 16 de agosto de 2012

Corrección de la Crónica escrita por María Lucía Sorzano


Era un viernes común y corriente, como cualquier otro viernes de colegio. Había regresado a casa luego de una jornada de siete de la mañana a doce y media, y después de haber almorzado, recogí mi cabello en una cola de caballo y alisté mi termo con agua helada preparándome para la jornada deportiva en menzuly (la sede deportiva del colegio) que teníamos todos los viernes en la tarde.
Entonces, como era costumbre; ya en el colegio, esperábamos todos los de décimo y once los buses que nos llevaban a menzuly.       

Cuando llegaron los buses, me monté en el correspondiente y me acomodé al lado de la ventana al lado de una amiga con la cual charlé durante gran parte del recorrido. Todo marchaba perfecto, como cualquier viernes común y corriente; derrepente, entrando por los portones angostos de menzulí, escuché un ¡crack!; era como el sonido de una rama al partirse, y giré mi cabeza en un movimiento reflejo, instintivo.  Al observar por la ventana, noté que aquello partido no era una rama ¡era mi brazo!,  que ahora se encontraba colgando deforme y totalmente fuera de la ventana del bus (ya no sobre el marco de la ventana); había hecho “palanca” con un portón de entrada de menzuly y ¡se me había partido en dos!

En menos de dos segundos el “éxtasis” adrenalínico en que se encontraba mi cuerpo era tal, que logré tomar mi brazo con la mano contraria y enderezarlo, y correr como loca desenfrenada hasta la parte delantera del bus, desde donde pedí al conductor que me abriera la puerta explicándole que me acababa de partir el brazo (lo cual no podía creer por que no tenía sino una insignificante herida externa que parecía una cortadura; la “herida” era interna, ¡sí que sí!) mientras mi mano derecha se encontraba casi adormecida de tener con tanta fuerza el brazo lesionado.        
                                                                                                             
Salté las gradas del bus con ímpetu y al llegar a la enfermería con un profesor que se dió cuenta de la situación, nos dimos cuenta que ese día las enfermeras que estaba haciendo allí la práctica ya no estaban, y que el colegio no había conseguido un reemplazo ese viernes.                    Acto seguido, entraron al rescate los profesores de educación física, que entre todos y con los pocos conocimientos del tema hicieron lo posible para inmovilizar mi brazo, atándolo con una pita a una planilla de asistencia (debido a la falta de implementos).
Jaqueline, una de las profesoras presentes, me sostuvo el brazo todo el camino en taxi hasta la clínica metropolitana, donde trabaja mi tío Germán como ortopedista y mi primo (que en ese entonces se acababa de graduar de médico) que se encontraba ayudándole a mi tío, me recibió y me atendió con todo el cuidado posible.

Me hizo gran cantidad de preguntas como la última instancia en la que comí algo, pregunta a la cual no di mucha importancia.
más adelante llegaron mis padres y mi hermana y mi madre y mi hermana me dieron de comer un poco de nuggets de milo y jugo hit. Cuando llegó mi papá, que estaba hablando con mi primo sobre la gravedad de mi fractura “pegó el grito en el cielo” y nos contó que no debí haber comido nada, por que la cirugía debía hacerse casi en ayunas, lo cual confirmó mi primo y por lo que tuvieron que aplazar mi cirugía unas cuantas horas.
Me desvistieron y me pusieron una bata, luego me recostaron en una camilla, en la cual me acomodó un enfermero, que estaba encargado de instalar el suero y administrarme los calmantes y analgésicos necesarios. Todo marchaba mas o menos bien ese viernes, hasta que de repente comencé a sentirme caliente y a persibir una sensación de hinchazón y comezón en el cuerpo. Si, al enfermero se le había olvidado hacerme la prueba de un analgésico llamado dipirona, al cual resulté alérgica ese viernes.

Entre tanto ajetreo de un viernes, que se suponía, era un viernes común y corriente, sucedieron tantas cosas que no creo poder acabar de contarles en menos de dos hojas con mi diminuta letra, :P así que resumiendo, lo más importante, fue que al fin y al cabo; (a pesar de lo violenta que fue la fractura, tanto que estuvo cerca de comprometer el funcionamiento del nervio radial – nervio que conduce el impulso nervioso a la mayoría de músculos extensores del antebrazo, muñeca y mano) pude salir “ilesa”, por así decirlo, con el retorno de la movilidad total de mi querido brazo.
Gracias a dios, a los médicos detrás de la operación y a la suerte de mis viernes comunes y corrientes! :D       

ERRORES DE REDUNDANCIA
ERRORES ORTOGRÁFICOS
CONCORDANCIA
COHESIÓN Y COHERENCIA
SEMÁNTICOS
OTRO TIPO DE FALLAS

Observaciones: La mayoría de inconvenientes  en el texto se deben a que intentas expresar muchas ideas simultáneamente, rasgo de la expresión oral que trasladas a la composición escrita.  Evita la subordinación oracional e intenta delimitar las frases. No abuses de la conjunción copulativa y demás marcas referenciales, puedes mantener la continuidad de tu escrito mediante la simplificación de tus oraciones y el uso de conectores lógicos. Igualmente, recuerda que es posible prevenir la redundancia a través de relaciones semánticas de sinonimia.

La temática de tu escrito es bastante atractiva ya que evocas un hecho insólito cautivante para el lector. Además, logras mantener la tensión narrativa hasta el final para transmitir las sensaciones del relato a quien se acerque al texto. Sin embargo, debes hacer uso adecuado de  los signos de puntuación para que no se pierda la fuerza locutiva y ser más precisa en la ubicación temporal de los eventos. 

     Gracias por compartir tu crónica con tu lectora Margarita Sorzano.

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